Cuando, camino de mi aposento, pasaba bajo los predestinados salones de la Torre de Comares, recordé un texto que solía emocionarme en los días de mi infancia: “El destino se sienta en la triste y oscura almena, y al abrirse la puerta para recibirme, una voz en ecos sombríos a través de los patios, va diciendo una hazaña sin nombre...” -en Cuentos de la Alhambra de W. Irving.
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