No puedo celebrar la muerte del peor hombre. No creo en la pena de muerte y menos aún en las ejecuciones sin juicio. Me repugnan los disparos en la nuca, los cadáveres en las cuentas. Aún el hombre más abominable del mundo tiene sus derechos. Quizá Michael Moore tiene razón: han ganado los malos, vivimos con miedo, aterrados. Hemos renunciado a derechos fundamentales en favor de nuestra seguridad, hemos renunciado a las garantías judiciales, a la ley internacional en la lucha contra el mal. Contra el mal, todo vale. Quién define al mal y sus fronteras es otro cantar.
-Ismael Serrano
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