He estado buscando una obra de teatro del S.XVIII para
incluirla en mi novela, pero quería algo nuevo, nada de lo que al menos yo ya
conocía. Después de estar leyendo y releyendo encontré esta obra de teatro
llamada: El si de las niñas de Leandro Fernández de Moratín.
Es una obra
en apariencia fresa y sencilla pero que en su época fue muy criticada y hasta
se buscó que fuera censurada por la Iglesia. Por mucho que se intentó que
adviniera proscrita, ninguno de los preceptos religiosos había sido violentado
en la obra, por lo tanto jamás se logró prohibir.
Entre las cosas que más se criticó fue una
explicación, ultra moderna para la época, de Don Diego que lee como
sigue:
“Ve aquí los frutos de la educación. Esto es
lo que se llama criar bien a una niña: enseñarla a que desmienta y oculte las
pasiones más
inocentes con una pérfida disimulación. Las
juzgan honestas luego que las
ven instruidas en el arte de callar y mentir. Se
obstinan en que el temperamento,
la edad ni el genio no han de tener influencia
alguna en sus inclinaciones,
o en que su voluntad ha de torcerse al
capricho de quien las
gobierna. Todo se las permite, menos la
sinceridad. Con tal que no digan
lo que sienten, con tal que finjan aborrecer
lo que más desean, con tal que
se presten a pronunciar, cuando se lo mandan,
un sí perjuro, sacrílego, origen
de tantos escándalos, ya están bien criadas, y
se llama excelente educación
la que inspira en ellas el temor, la astucia y
el silencio de un esclavo.”
No está en mi lista de mis teatros favoritos, pero debo
reconocer que con esta obra, desconocida para aquellos que no son Hispanistas,
Fernández de Moratín sienta una pauta que me alegró conocer.
En cuanto al proceso del fin de semana, debo
señalar que fue interesante rebuscar entre letras del S.XVIII. Una travesía
aventurera ocupó mi fin de semana de Semana Santa en medio de las lluvias. Me
encanta viajar en el tiempo, y descubrir cosas nuevas.